El Retrato de Adele Bloch-Bauer I – Gustav Kilmt

Gustav Kilmt es quien pintó El Retrato de Adele Bloch-Bauer I, obra de arte que completó en el año 1907 y que también se conoce como La dama dorada o la dama de oro. Para el año 2006 fue la segunda pintura con el valor más alto a escala global, ya que se vendió en aquel momento a Ronald Lauder (quien es dueño de la Neue Gallerie, ubicada en Nueva York), por un monto de 135 millones de dólares, motivo por el que está expuesta desde esa fecha en esta galería.

Las dimensiones de este retrato que se hizo con oro y óleo sobre tela, son de 138 cm de alto por 138 cm de ancho y Klimt tuvo que trabajar durante tres años para completarlo, empleando una ornamentación compleja y elaborada que aprendió siendo miembro de la Secesión vienesa, organización conformada por una serie de artistas quienes fomentaron una ruptura con la manera habitual de pintar.

Este cuadro fue realizado por Klimt en la ciudad de Viena bajo encargo de Ferdinand Bloch-Bauer, siendo el primero de dos retratos en el que se tomó como modelo a Adele Bloch-Bauer, porque ella fue parte de la creación pictórica Retrato de Adele Bloch-Bauer II, terminado por este artista en 1912.

Cabe destacar, que esta mujer pidió a través de su testamento, que estos cuadros debían ser donados a la Galería del Estado de Austria. Posteriormente, Adele falleció en 1925 de meningitis y en el momento que el nazismo ocupó Austria, su viudo decide exiliarse en Suiza, por lo que sus propiedades se confiscaron, incluyendo a la colección Klimt. No obstante, en el testamento que redactó en 1945, Bloch-Bauer decidió que sus sobrinas y sobrinos (entre ellos se incluía a María Altmann), heredaran su patrimonio.

Esta creación pictórica fue trasladada de Europa a América

En un principio, el gobierno austriaco se decidió por el testamento que dejó Adele y tras un proceso jurídico desarrollado en este país europeo y en Estados Unidos, se llegó a la conclusión que María Altmann era la dueña tanto del primero de estos dos retratos, como de otros cuadros que pintó Klimt, decisión que con resignación se aceptó en Austria. Luego, estos cuadros se enviaron a los Estados Unidos, para estar en exhibición en la ciudad de Los Ängeles, hasta que Ronald Lauder compró El retrato de Adele Bloch-Bauer I.

Hoy en día, es la pieza con mayor relevancia dentro de la colección de Lauder que está en la neoyorkina Neue Galerie, institución que ha buscado la recuperación del patrimonio artístico perteneciente a la comunidad judía, sobre todo aquellas piezas que proceden de Austria y Alemania, pero que fueron robadas o confiscadas por el régimen nazi.

Para concretar este propósito, Lauder se avocó a este objetivo mientras laboraba como embajador de Estados Unidos en Austria y simultáneamente, era miembro de la World Jewish Restitution Organization, así como de la comisión designada por el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, para indagar acerca de situaciones relacionadas con robos que hicieron funcionarios del nazismo. Y para Lauder, el Retrato de Adele Bloch-Bauer I es tan importante como La Gioconda, según lo comentado en una oportunidad.

¿Quién fue Adele Bloch-Bauer?

Esta mujer fue parte de la considerada belle époque vienesa. En su domicilio se realizaban las reuniones con personalidades de aquel entonces, destacando el filósofo Sigmund Freud, el arquitecto Martin Gropius, el compositor Gustav Mahler, el escritor Stefan Zweig, y por supuesto, el pintor Gustav Klimt, entre otros. Y a pesar que Adele y su esposo Ferdinand Bloch-Bauer venían de familias con una actitud conservadora, ambos se dedicaron a popularizar el arte vanguardista en la capital de Austria.

Por ende, Ferdinand canceló a Gustav Klimt altas sumas de dinero, para que este pintor hiciera retratos de su mujer, teniendo cada uno de estos un estilo diferente. Se rumoreaba por aquellos días que Adele era amante de este pintor, quien posiblemente se había enamorado de ella luego de la exhibición de este primer retrato, aparte que Klimt se había acostado con varias de sus modelos.

¿Qué pasó tras la muerte de Adele?

Después del fallecimiento de Adele Bloch Bauer en 1925 debido a una meningitis, quien fue su esposo decidió convertir su cuarto en un museo, donde estaban los seis cuadros que Klimt realizó a esta familia, entre ellos cuatro paisajes y los retratos de Adele, que por medio de su testamento donó estas punturas para el Museo Belvedere de Austria. Y es que su viudo tenía intenciones de hacer realidad los deseos de quien fue su mujer, solo que el arribo a Viena en 1938 de las tropas del nazismo, y el terror que siguió a esta invasión militar, hicieron que cambiara de opinión.

Entonces, los Bloch-Bauer perdieron su patrimonio en pocos días, ya que dejaron de ser una familia importante y acaudalada en este país, para sumarse a millones de judíos que en Europa estaban en la miseria. Mientras ocurría el holocausto nazi, a Fritz Altmann (quien fue esposo de María Altmann), lo mandaron a un campo de concentración del que lo sacaron luego que su hermano tuvo que entregar su empresa textil al Estado.

En medio de esta situación tan adversa, muchos de sus amigos y vecinos optaron por el suicidio. Otras personas llegaron a estos campos de concentración o se fueron de Austria para no regresar nunca más.

María Altmann fue junto a su esposo a Estados Unidos, nación en la que se reencontró con sus hermanos. No obstante, Ferdinand optó por ir a Suiza para refugiarse, y durante los años de la Segunda Guerra Mundial, trató de apoderarse de los cuadros hechos por Klimt.

Antes de su fallecimiento, Ferdinand Bloch-Bauer decidió crear un testamento para desautorizar el que escribió Adele, dejando tanto sus cuadros como otras pertenencias a sus sobrinos bajo el alegato que pagó por ellos, pero prácticamente sería imposible recuperarlos, ya que los personeros del nazismo conocían del valor del arte que se le confiscó a los judíos, declarándolo como patrimonio de Austria para que no se pudiera sacar del país.

Luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, muchos intentaron recuperar las colecciones solo que las reglas no cambiaron, a tal punto que muchos cuadros robados permanecían en los museos con mayor importancia de Austria, instituciones que tenían como directores a las mismas personas que laboraban en la época del nazismo.

Es pertinente mencionar que dentro del búnker del Belvedere (el cual se construyó en medio de la guerra para resguardar efectivamente las obras), estaban los documentos con los que demostraban que muchas pinturas de arte que estaban dentro de este museo (entre ellos los seis que pintó Gustav Klimt a petición de Ferdinand Bloch-Bauer), en realidad fueron robados a sus legítimos dueños, aunque fue algo que se supo mucho después, es decir, en 1998, debido a la disputa de los titulares de la herencia de Egon Schiele por dos de sus composiciones pictóricas, lo que obligó a las autoridades competentes del caso a abrir el archivo que contenía los documentos.

Y esto fue lo que impulsó a María Altmann, cuando contaba con 85 años, a nombrar a un abogado y demandar al Estado de Austria. En medio de esta disputa legal, el Museo Belvedere presentó sus alegatos basados en lo expresado por el testamento de Adele, con el que los cuadros quedaban bajo custodia del museo.

En cuanto a Altmann (quien estuvo acompañada de su abogado, Randy Schoenberg), esgrimieron un argumento con el testamento de Ferdinand que dejaba sin efecto el de Adele y con el hecho que estas creaciones artísticas las entregó un funcionario del nazismo.

En esta batalla se enfrascaron por seis años, hasta que los jueces austriacos votaron a favor de María, que de acuerdo a su abogado, decidió vender los cuadros porque su valor era muy alto, razón por la que no podía tenerlos debido a cuestiones relacionadas por los impuestos, amén que no quiso tener sus obras, sino conseguir justicia y que todos supieran la historia de Adele Bloch-Bauer.

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