La dama de Shalott – John William Waterhouse
Una de las obras que inmortalizaron al pintor John William Waterhouse, fue la dama de Shalott (también nombrada La señora de Shalott o The Lady of Shalott en inglés), composición pictórica que realizó en 1888 y que se exhibió por primera vez en 1894. Hoy en día, esta pintura de arte se puede ver en la Tate Britain de Londres y pertenece al estilo artístico prerrafaelita, aunque Waterhouse también era pintor neoclásico y romántico, aparte que era partidario de la temática medievalista fantástico.
The Lady of Shalott es el primer cuadro de una serie de tres. Los otros dos son: Lady of Shalott. Looking for Lancelot, pintado en 1894 y I am half sick of shadows, said the Lady of Shalott, obra del año 1916.
El origen de estas tres obras de arte es literario
Es una trilogía de pinturas artísticas que guarda relación con el ciclo artúrico (textos que fueron escritos en la Edad Media sobre las tradiciones celtas y la historia de las islas británicas), y que tiene como protagonista en este relato a la señora de Shalott (denominada como Elaine de Astolat en el poema de Tennyson), a quien encerraron en una torre donde estaba tejiendo durante el día y la noche.
De pronto, alguien le susurró que una maldición horrible le esperaba si decidía mirar hacia Camelot, solo que no sabía de lo que trataba esa maldición mientras que se dedicaba a tejer. Como vivía encerada permanentemente, nadie sabía de su paradero salvo algunos campesinos que creían haberla oído cantar en las mañanas, específicamente durante el amanecer, denominando a esta mujer como un hada.
La dama de Shalott mantenía alguna especie de contacto con el mundo exterior, mediante un espejo que reflejaba la ventana más cercana, para visualizar a Camelot, mostrando en sus confecciones textiles las cosas que veía mediante el espejo, destacando entre ellas a las aventuras de los Caballeros de la Mesa Redonda.
Fue por ese espejo que un día, la dama de Shalott pudo ver a Lancelot, caballero de quien se enamoró, razón por la que dejó de coser y no pudo evitar ver hacia Camelot. Fue en ese instante cuando se quiebra el espejo y las telas se fueron volando a través de la ventana, por lo que la maldición cayó sobre ella, para después bajar de la torre y abordar una pequeña barca.
Waterhouse mostró a la dama de Shalott como una mujer indefensa
Lo que apreciamos en esta composición pictórica, es a la figura de Elaine de Astolat, quien navega sobre una barca rumbo a Camelot, quien con su mirada perdida expresa agotamiento, indefensión, totalmente rendida y corriendo un grave riesgo de perder la vida, luciendo una túnica de color blanco, junto a las telas que ella tejió durante su cautiverio, que muestran las aventuras protagonizadas por los Caballeros de la Mesa Redonda y su amor por Lancelot. Otro elemento gráfico de gran importancia que vemos en este cuadro, son las velas que progresivamente se apagan, mientras La dama de Shalott intenta llegar a su destino final.
En el fondo se aprecia un paisaje propio de los bosques ingleses, que Waterhouse retrató con colores oscuros y sobrios, exhibiendo en primer plano una serie de juncos con pinceladas simples. Los colores más vivos realzan los detalles más precisos con los que se describe físicamente a la dama de Shalott, aunque el pintor buscó recrear mejor la atmósfera que rodeaba a esta mujer.
Un poema de Tennyson inspiró esta escena de la dama de Shalott
El poeta y dramaturgo inglés, Alfred Tennyson, es el autor de la poesía con la que Waterhouse se inspiró para hacer este cuadro, con la particularidad que sus versos son totalmente descriptivos de la acción que vemos dentro de esta composición pictórica en la que destaca Elaine de Astolat y que podremos leer a continuación:
Y en la oscura extensión río abajo
como un audaz vidente en trance,
contemplando su infortunio
con turbado semblante
Miró hacia Camelot.
Y al final del día
la amarra soltó, dejándose llevar;
la corriente lejos arrastró
a la Dama de Shalott.
.
Yaciendo, vestida con níveas telas
ondeando sueltas a los lados
-cayendo sobre ella las ligeras hojas-
a través de los susurros nocturnos
navegó río abajo hacia Camelot;
y yendo su proa a la deriva
entre campos y colinas de sauces,
oyeron cantar su última canción
a la Dama de Shalott.
.
Escucharon una tuna lastimera, implorante,
tanto en alta voz como en voz baja,
hasta que su sangre se fue helando lentamente
y sus ojos se oscurecieron por completo,
vueltos hacia las torres de Camelot.
Y es que antes de que fuera llevada por la corriente
hacia la primera casa junto a la orilla,
murió cantando su canción
la Dama de Shalott.
La magia artística de Waterhouse acompaña la poesía de Tennyson
Es un vínculo que consiste en que sus pinceladas transmiten al espectador lo que esta fémina sentía, cuando en el río estaba a la deriva en medio de su angustia para llegar a Camelot, producto del infortunio que lamentablemente el destino le tenía preparado.
De hecho, el pintor alude a un misterio que envuelve la acción de esta dama, quien sin saberlo estaba exhalando su último aliento, correspondiendo así a algunos versos de este poema de Tennyson, cuando habla que << hasta que su sangre se fue helando lentamente y sus ojos se oscurecieron por completo>>, lo que sugiere la muerte de la desdichada mujer, a través de sentimientos como la fatalidad, penuria, melancolía, tristeza, frustración, entre otros.
De manera literal, Elaine fallece de amor por Camelot, ya que lo que siente por este caballero es muy fuerte, a tal punto que su espejo se quiebra, percibe que la desgracia la había alcanzado.
Asimismo, esta pintura invoca al resurgir de la naturaleza como un gran género artístico del siglo XIX, mediante un paisaje muy singular, que envuelve a un lugar pintoresco. Para la época victoriana, la dama de Shalott encaja perfectamente en los convencionalismos de índole artísticos, mediante una estética que emana de un universo clásico, porque Waterhouse era un artista no solo prerrafaelita sino romántico, fiel a creencias como que los tiempos del pasado fueron mejores, mientras permanece totalmente fascinado por los días lejanos y al mismo tiempo, apegándose a las cosas antiguas.