Las señoritas de Avignon – Pablo Picasso

El artista español Pablo Picasso es el autor de Las señoritas de Avignon, óleo que pintó en 1907 y que tiene 243,9 centímetros de alto por 233,7 centímetros de ancho. Actualmente, este cuadro forma parte de la colección custodiada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York y marca el inicio del Periodo africano dentro de la trayectoria de este pintor, por lo que esta composición pictórica es un hito para hacer alusión al cubismo, género artístico cuyo exponente más importante es Picasso.

Las señoritas de Avignon supone la ruptura con el realismo, ya que se suprime cualquier elemento sublime de los rasgos tradicionales con los que se distingue su trabajo, abarcando cualquier forma de profundidad en el espacio, junto a los ideales vinculados con la anatomía femenina, por lo que la obra se avoca a una serie de planos con ángulos que no tienen perspectiva espacial alguna, aparte que carecen de un fondo, mientras que las formas se aprecian por sus líneas con un tono claro-oscuro.

De estas cinco mujeres, dos tienen rostros con un aspecto muy cubista que de paso parecieran máscaras, lo que deriva de las manifestaciones culturales propias del arte africano, que en esa época es que se comenzaron a conocer en Europa. Las otras dos mujeres que están hacia el centro, tienen una apariencia facial más cercana a las que se observaban tanto en las esculturas ibéricas primitivas como en las pinturas de arte del medioevo. Y la mujer de la izquierda, exhibe un perfil con el que se rememoran las creaciones artísticas del antiguo Egipto.

Este cuadro tiene distintos orígenes

Para realizar este lienzo Picasso habría reinterpretado a las figuras alargadas realizadas por El Greco (especialmente las que se observan en la obra Visión del Apocalipsis), fusionando esto con la atmosfera que se puede comparar con la del cuadro Los Bañistas (Paul Cézanne). Todo esto queda acompañado por una tonalidad ocre y rojiza, que son uno de los símbolos de su época negra.

Para los coleccionistas de arte, críticos y artistas, esta pintura fue algo que no comprendieron a cabalidad, ya que no pudieron entender el horizonte hacia el que avanzó Picasso para llegar al cubismo (al igual que Georges Braque), previo al comienzo de la Primera Guerra Mundial.

Este lienzo fue expuesto en la Galerie d’Antin de París durante el año 1916. Posteriormente Picasso la guardó en su estudio hasta que años más tarde la compró Jacques Doucet, dejándola a la vista del público en 1925, dentro del Museo del Petit Palais. Por último, la obra fue adquirida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pasando a ser un ícono dentro de la colección de esta institución, por marcar el comienzo del arte moderno y estar a la vanguardia durante el siglo XX en este ámbito.

Una obra que no tuvo título en un principio

Era habitual que Picasso no le colocara un título a sus creaciones artísticas, hasta que transcurriera un largo tiempo después de haberlas terminado, por lo que Las señoritas de Avignon no fue la excepción, ya que para el momento en que la mostró a sus amistades más cercanas carecía de un título. A pesar que no existe una evidencia contundente sobre esta situación, se piensa que titular este trabajo como El burdel filosófico fue idea de Apollinaire, aunque posteriormente fue llamada Les demoiselles d’Avinyó por André Salmon, recordando a una calle de la ciudad de Barcelona en la que abundaban los prostíbulos.

Sin embargo, nadie tenía conocimiento de esta calle salvo estas personas, por lo que muchos confundieron el nombre de la misma (Avinyó) con el de la ciudad de Aviñón (Francia), especialmente después de la presentación de este cuadro cuando se dio a conocer como Les demoiselles d’Avignon, denominación con la que se conoce hasta la actualidad.

Estas personas que formaron parte del selecto grupo de amistades de Picasso y que fueron los primeros en visualizar el cuadro, sintieron un gran impacto al ver el trabajo final, quedando asombrados con el resultado final. El artista español lo mantuvo a buen resguardo hasta que lo expuso públicamente en 1916, vendiéndolo a un precio no muy oneroso.

Picasso trabajó en algunos bocetos

Antes que concretara la versión final de este cuadro, Picasso se había enfocado en una serie de bocetos correctamente dibujados, labor preliminar que consta de varios dibujos, una acuarela y un óleo, los cuales se estudiaron y analizados con mucha precisión dentro de un catálogo para exposiciones.

Uno de los primeros bocetos consta de un dibujo hecho con lápiz negro y pastel sobre papel, dentro de un formato horizontal, con el que el artista empezó a plasmar sus primeras ideas para esta pintura de arte. En un principio, las dimensiones de este lienzo serían más reducidas en comparación al tamaño final, teniendo a siete personas distribuidas de la siguiente forma:

A.- Dos hombres (Un estudiante con un libro y un marinero que está sentado dentro de la habitación ante una mesa redonda), sobre la que se aprecia un bodegón que contiene tres trozos de sandías, un jarrón con flores y un porrón de vino.

B.- Cinco mujeres: Una de ellas estaría hacia la derecha entrando y corriendo la cortina, otra sentada de espaldas, junto al marinero estaría una mujer sentada y las últimas dos permanecerían de pie. Para muchos historiadores, este boceto alude a un prostíbulo.

El otro boceto se trata de una acuarela sobre papel, muy cercana al lienzo definitivo, sin figuras masculinas y con cinco mujeres, bajo un formato horizontal y con un tamaño más pequeño. La mujer que está sentada voltea ligeramente la cabeza hacia los espectadores y la otra dama que está en la sección derecha corre la cortina.

El estudiante que estaba en la izquierda es reemplazado por otra mujer que se parece mucho a las que salen en el cuadro definitivo. Se adelanta el bodegón ubicado en la sección central hacia un primer término, mientras que se prescinde de la jarra con flores. Picasso ensayó con los colores del trabajo final y ya no se percibe tanto la atmósfera de un burdel, aparte que cada mujer ejerce un gran protagonismo de manera individual.

Antes de realizar estos bocetos, Picasso realizó dibujos de cada uno de sus personajes de forma individual, abarcando así el cuerpo, sus piernas y cabezas, de perfil y de frente.

Secciones de Las señoritas de Avignon

Son tres las secciones que se delimitan por una cortina. Cada figura se localiza en un marco irreal donde no hay luces y sombras. Al generar un contraste con la luz, se destaca la enorme variedad de colores que abundan en esta obra desde blancos y ocres hasta azules y rojos. Las dos mujeres de la sección central se sitúan de una manera que pareciera que están viendo a la gente desde arriba, aparte que simulan no estar sentadas, aunque realmente se encuentran tumbadas, reflejado en la forma de sus brazos por detrás de la cabeza.

Pero la cualidad más importante de este cuadro no está en el centro, ya que las líneas de la cortina que están fragmentadas se pueden notar hacia los lados del lienzo, buscando que la atención del espectador salga del cuadro. Estos trazos quebrados se notan especialmente en las figuras femeninas ubicadas hacia la derecha, que presentan un cuerpo desproporcionado, sobre todo a nivel del tronco y la cabeza, aspecto visual propio del cubismo. Por último, los rostros de las mujeres que están presentes en esta composición pictórica, se asemejan mucho a las máscaras africanas. La figura que permanece agachada se mantiene de una manera que permite al observador verla desde dos perspectivas, ya sea de frente o de espalda.

La sección izquierda de esta obra solo muestra a una figura de perfil, cuyo rostro posee rasgos que invocan al arte ibérico, mientras que sus senos son confinados a una forma triangular.

Hacia la zona inferior hay un bodegón que contiene distintas frutas, apreciándose una sandía, uvas, una pera y una manzana, las cuales tienen una relevancia notable a nivel simbológico y dentro de la composición de esta obra de arte, por las líneas oblicuas que generan estas frutas. Para Picasso, esta obra fue la supresión de la norma que indica la representación de una imagen desde un punto de vista único y también, se puede constatar que el trabajo de Paul Cézanne influyó en la conformación de este lienzo.

Otras obras de interés