La dama del armiño de Leonardo Da Vinci

La dama del armiño, es un cuadro realizado en 1490 por el pintor italiano renacentista Leonardo Da Vinci, en la que se retrata a una mujer con un hurón, doña Cecilia Gallerani (muy amiga de este pintor), quien en ese momento era una adolescente y era amante del duque de Milán, Ludovico Sforza, para el que Leonardo trabajaba. Este es uno de los cuatro retratos de mujeres que Da Vinci realizó, siendo los otros tres La Belle Ferronière, Ginevra de Benci y por supuesto, La Gioconda. Este cuadro fue comprado por el príncipe Adam Jerzy Czartoryski a fines del siglo XVIII, quedando desde ese momento bajo la custodia de esa familia y expuesto en el Museo Czartoryski de Cracovia, Polonia, desde el año 1876.

En la actualidad, la obra pertenece al gobierno de esta nación europea, adquiriéndosela a los legítimos herederos de la familia Czartoryski. Con motivo de la remodelación que se realizó al Museo Czartoryski, este cuadro se expuso en el Castillo de Wawel desde mayo de 2012 hasta abril de 2017 en el Castillo de Wawel y después, estuvo en el Museo Nacional de Cracovia desde mayo de 2017 hasta diciembre de 2019, para retornar al Museo Czartoryski tras las obras de remodelación.

Análisis: características de esta obra

Cecilia Gallerani es la protagonista de esta obra, la cual con el paso del tiempo ha sufrido algunos daños que han atentado contra su estado de conservación. Da Vinci y Gallerani se conocieron en Milán, ya que ambos vivían en el Castillo Sforzesco, hogar de Ludovico Sforza a quien conocían con el pseudónimo de <<el Moro>>. Ahora bien, la mujer retratada sostiene y acaricia con sus manos a un armiño, el cual fue representado con vivacidad y precisión por el artista.

Este animal se asocia con la aristocracia (clase social y política a la que perteneció Cecilia), aparte que puede ser un sinónimo de pureza por tener el pelo de color blanco y un símbolo de tranquilidad y equilibrio e incluso, puede aludir a Ludovico, que en su emblema tenía mostraba un armiño pequeño conocido como «L’Ermellino».

Sin embargo, otros análisis indican que este animal no es un armiño sino un hurón blanco, el cual era localizado en la campiña lombarda con facilidad y era más dócil. Pero el armiño tiene una conducta más salvaje, por lo que no es fácil de amaestrar siendo muy difícil que se usara como modelo para un cuadro, algo que dificultaría el trabajo hecho por Da Vinci, quien era reflexivo y lento al momento de realizar sus pinturas. En París, el laboratorio Lumiere hizo una investigación en 2014 con la que concluyó que este animal no aparecía en la primera versión de esta pintura de arte.

Al igual que en otros retratos producidos por Leonardo, esta composición integra una espiral piramidal en la que Cecilia Gallerani es captada mientras mira hacia su izquierda, lo que refleja que la dinámica del movimiento tenía una gran importancia para este artista, presentando como una gran innovación este retrato en tres cuartos de perfil, en el que se aprecia a esta modelo como si prestara atención a otra persona que no está en el cuadro (lo que fue sugerido por el poeta Bernando Bellincioli), aparte que se puede ver a la modelo con una serenidad muy evidente y una sonrisa muy leve, propio del estilo de Da Vinci quien prefería que las emociones fueran sugeridas, en vez que se mostraran de manera abierta o explícita.

En esta composición pictórica se puede apreciar las destrezas de Leonardo Da Vinci, para pintar las formas humanas con un gran detalle, algo que se puede observar en la mano extendida de Gallerani, en la que claramente se aprecia cada uña y su contorno, las arrugas de sus nudillos, así como la flexión ejercida por el tendón en el dedo que está doblado, perfección alcanzada con los dibujos de retratos de individuos con animales que hacía en sus diarios.

¿Quién fue Cecilia Gallerani, la mujer con el hurón?

Algunos la consideraban una virgen por su belleza, nació en 1473, formando parte de una familia de Siena que no era parte de la nobleza. Su madre (Margherita Busti), era hija de un abogado y su padre (Fazio Gallerani), laboraba en la corte de Milán como embajador de Florencia. Cecilia contaba con 15 años en 1489 al llegar a la corte de Milán, pasando a ser la amante predilecta de Ludovico Sforza (duque de Milán), hasta que este contrajo nupcias en 1491 con Beatriz de Este. Gallerani se dio a conocer no solo por su belleza, sino por sus dotes para la música y la literatura, motivos por el que la llamaban «Donna docta» o «Musa».

Asimismo, se dedicaba a otras cosas como a practicar el latín, escribir poemas en italiano, sostener conversaciones de teología y acudir a tertulias filosóficas. En 1490, Sforza solicitó a Da Vinci (quien era el pintor oficial de esta corte) un retrato de Cecilia Gallerani, quien queda embarazada de Ludovico poco después que el retrato quedara listo. El 3 de mayo de 1491 nace su hijo (Cesare), meses después de la boda de su amante y posteriormente se casa con Ludovico Carminati de Brambilla, quien era el conde de Bergamino, convirtiéndose así en la condesa Bergamino Visconti.

Para el 26 de abril de 1498, Isabel de Este (quien era duquesa de Mantua), pidió el préstamo del retrato a Cecilia para compararlo con las obras de Joanne Bellini, enviándole una carta con este propósito y para contemplar con sumo agrado el rostro de Gallerani, quien accedió a la petición algunos días más tarde hasta que un mes después le devolvieron el retrato.

Isabel quedó impresionada con la pieza, haciendo lo que estuviera a su alcance para que Leonardo la retratara, lo cual nunca consiguió, porque solamente obtuvo un dibujo a pluma de este artista que se puede encontrar en el Museo del Louvre de Paris. Gallerani murió en 1536, cuando tenía 63 años y hasta el día de su fallecimiento, seguía conservando esta pintura que sigue dando mucho que hablar, a pesar que fue realizada hace más de 500 años, lo que demuestra cuán extraordinario fue Leonardo Da Vinci como pintor y artista.

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